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6 “La única vez que de niña visité un Templo católico”

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Alcira era una amiga de mi madre, una mujer de unos 45 años quizás cuando la conocí. Era católica y peronista, o al revés mejor. No vivía en la ciudad, sino en Carcarañá, un pueblo a unos 150 km. de Rosario. Debido a su trabajo venía todas las semanas, pues ella con su marido tenían un negocio de motos y bicicletas y como necesitaba comprar repuestos, al tiempo los comerciantes de su pueblo comenzaron a pedirle que también a ellos les comprase, entonces Alcira se hizo con el oficio de Comisionista.

El trabajo lo hacía por la mañana y al acabar venía a casa, comíamos juntas y luego mi madre y ella jugaban a las cartas, miraban la telenovela y a menudo me incluían a mí en sus partidas de chin-chón. Después Alcira se iba a la Estación de autobuses. No tengo ni idea de cómo comenzó la amistad entre mi madre y ella. Alcira era una mujer vasta, a mí me llamaba la atención, ahora que lo pienso, que trabajara en un oficio que para aquella época era muy raro que lo haga una mujer. No sé decir si era una buena mujer, tampoco de que fuese mala, no.

De vez en cuando íbamos en familia el fin de semana a visitarla al pueblo y en vacaciones mi madre me mandaba quince días sola, a casa de Alcira y su marido, Ernesto. Una vez la invitaron a algo en la Iglesia del pueblo. Creo que debido a que éramos judíos, le pidió permiso a mi madre para llevarme y evidentemente mi madre se lo dio.

Recuerdo en casa de Alcira, preparándome para ir a la Iglesia, debía ser pequeña yo, quizás siete años o menos… No sabría decir si fue antes o después del día en el cual conocí el Mal en mi pequeña historia de salvación, pero se me hace que fue después, por el miedo que pasé. Estaba con Alcira en el dormitorio y ella se cambió en frente mío, me asusté mucho, a partir de ese día me cuidaba mucho de no estar en el dormitorio mientras Alcira se cambiaba y menos su marido. Son cosas que en mi casa no sucedían. Luego me acompaña el recuerdo yendo a la Iglesia, que era como en todos los pueblos, en la Plaza Mayor, donde también estaba el Colegio y la Municipalidad. El recorrido fue corto, Alcira vivía en la calle principal que era la única ancha del pueblo. Caminaba al lado de ella, nerviosa, sin saber ni entender nada. Me pregunto cuántas veces los niños caminamos así de solos y abandonados, al lado de los adultos sin saber ni entender nada.

Una vez dentro recuerdo que había mucha gente y que nos sentamos bastante detrás, porque desde allí no podía ver lo que sucedía, no podía ver a «ese señor” que ocupaba el centro de atención. Claro, era el sacerdote, nunca supe si estuve en un Bautizo o Confirmación, una Boda seguro que no. Veía a “ese Señor” muy mal, la gente me tapaba. Yo me afanaba en ver, sentía mucha curiosidad, pero era una misión casi imposible. Ahora estoy segura que fue después de ese día, porque quería entenderlo todo, tenía mucho miedo de pasar por tonta. Miraba a las personas e intentaba imitarlas, si se levantaban, yo me levantaba… pero en un momento vi que hacían algo raro, algo con sus manos en sus caras. Me habrá salido muy mal el signo de la cruz, porque de vuelta, en casa con mi mamá, lo comentaron y se rieron de mí. Tengo el recuerdo que aludieron al asunto del judaísmo. Me dolió que se rieran de mí, yo me había esforzado por hacerlo lo mejor posible.

Pero más allá de mi madre y Alcira, jamás se me borró el momento en que me persigné, es un recuerdo especial, vivo, misterioso… no es alegre o triste, sino algo así como un aviso o caricia del Señor Jesús, que ya estaba conmigo. Seguro que a Dios le gustó.

Después de la Iglesia, fuimos a la casa de unos amigos de Alcira y Ernesto y estaban mirando en la tele una serie que se llamaba «El hombre que volvió de la muerte» Era de miedo, alguien dijo de cambiar el canal por mí, pero la siguieron viendo. Las imágenes me asustaron mucho y todo el camino de vuelta, sufrí imaginándome a ese monstruo aparecer de entre las sombras. El demonio me había herido… pero cuando tuve noticias de la Resurrección de Jesús, Dios y Hombre verdadero… ¿Dónde estabas Jesús? ¡Te amo! Tú, Cristo Jesús, eres el ayer, el hoy y el mañana, la Eternidad. Tú eres el Dios Hombre que volvió de la muerte, victorioso, resucitado y glorioso.